Homenaje a los soñadores
Manu Pozzi y Dolores "Lolitá" Campos, la pareja viajera que recorre el mundo a bordo de una van, se presentó nuevamente en el Teatro Margarita Xirgu, con dos funciones totalmente agotadas con un mes de anticipación. Se encuentran festejando su casamiento con una "gira de miel", que llega al km 0 en Buenos Aires.
En la previa, se veía un desfile de distintos personajes. Por un lado, Ecuador "Quecu", su perro, entraba en brazos de alguna amiga. Por el otro, una señora que entraba con un girasol gigante en mano, al que nadie podía sacarle los ojos de encima -sin duda conoce muy bien a sus anfitriones de esta noche-. La fila se hacía cada vez más larga, con perfecta puntualidad y ansiedad creciente.
Al entrar, nos aguardaba una recepción con copas de vino, el sonido del arpa por Nehuen Gavlin, un quiosquito con remeras de las ya célebres frases del libro 28 rulemanes, cuadernos y posters. Además, un libro muy especial –que estuvo presente en su boda– invitaba a ser llenado por quienes quisieran volcar ahí su mensaje.
Mientras se ingresaba a la sala buscando la mejor ubicación, el sonido de olas en el mar lo inundaba todo. Se bajaron las luces del teatro y se dio comienzo con la voz en off de Lolità, que nos relataba "Perteneces", del disco conjunto que crearon con Manu de música y poesía: Alma restaurada (2019).
Armaron un escenario abajo y en frente del real de la sala, de momento intuyo que la lejanía no es lo suyo. No imagino un mejor lugar que les pueda oficiar de casa que cuatro ruedas, un piano y un perro, y este escenario representaba todo eso: era mostrarnos un pedacito de lo que fue ese día a día en la ruta arriba de Bernardo, la van. Pero, en esta ocasión, se había desestructurado, deconstruido: solo quedó su paragolpes. El piano ahora era auténtico (no más un teclado en carcasa para que no pese en el camino) y contaba con la presencia de las ya icónicas reposeras a rayas azul y blanco, alrededor de una fogata (nota especial de reconocimiento a la labor en escenografía de Camila Morvillo).
Con todo lo que implica para ellos, es increíble pensar que alguna vez no la tengan, pero efectivamente la van está en venta. Decidieron soltar lo más preciado para devolverla al mundo y que otros viajeros puedan vivir nuevas aventuras en ella.
Manu se acercó al escenario-cama: "Espero que disfruten este viaje por Latinoamérica con nosotros”, dijo invitándonos a arrancar ruta esta noche. Nos dio la bienvenida con “The fields” de su segundo disco Across The Seas (2014).
Luego, ella se hizo presente. Una Lolità mucho más despojada que la que vimos el diciembre pasado. Su pelo corto no es una casualidad, sino más bien está lleno de significado. Como buena escritora su pelo también cuenta una historia: la de cómo la apariencia a veces nos encierra en un caparazón siendo evaluados y hasta juzgados por él, donde muchas veces nos escondemos cuando no queremos dejar salir lo que tenemos dentro. Pero eso ya no funcionaba para ella, que luego de formarse dos trencitas una tarde de viaje, les mando tijera.
Además, tenía un micrófono manos libres mucho más cómodo para leer con libertad con escrito en mano. "No me voy" llegaba para el festejo de los presentes, ya que se convirtió en un pequeño himno viajero, ese bichito innato que impulsa a salir.
Es curioso ver cómo, de un libro, surgió un disco que relataba cada capitulo, transformándose en canciones. Logrando crear así, un nuevo concepto, llevando la poesía a la música y los relatos a los shows.
El sonido del mar no cesaba, ¿acaso estamos en una playa? Yago Escrivá (Ainda Dúo) –productor de algunos discos de Manu y Lolitá– llegó de invitado para interpretar "A Mozambique", en un piano lleno de adornos florales, que nos transportaron de la playa a la selva, al bosque. Luego llegaban "Los tres cerditos", capitulo del libro 28 rulemanes y tema del disco homónimo, y "Lecciones" de Me Voy (2012) por Manu con coros de Loli, que lo escuchaba a ojos cerrados y tarareaba.
Las olas, los pájaros, el fuego, los grillos, las luciérnagas, la naturaleza: supieron usar muy bien los sonidos para adentrarnos en distintos planos, por los que pasaron en este viaje. De fondo, se distinguían pájaros cantar y distintos animales sonar.
Imaginamos que en ese lugar, cae la noche y se asoma el frío. Un fogón no viene mal. Entonces, la oscuridad se ve interrumpida, tan solo por este halo naranja y este sonido de las chispas de la madera en el fuego. Así llegaba "Eva", el relato más sensible de todos, tuvo la banda de sonido de los mocos queriéndose esconder y algunas lagrimas se asomaban... Es que nos habla de los que ya no están y muchos tenemos a alguien hamacándose en la luna. Acto seguido, Loli nos reveló la primicia de que el próximo año tendremos el segundo tomo de su primer libro, un poco más voluminoso y menos rústico, el que describió como una "cirugía sin anestesia".
Para finalizar, se subieron al verdadero escenario para interpretar lo último del show, relatándonos su historia de amor a través de "Centinela Salvador". Quecu compartió atolondrado primero y atento después, este final con ellos y cerraron con un beso como sello.
Este show nos deja empoderados, con esperanza de que cualquiera sea el formato y contenido de cada sueño, es posible. Sabiendo que no faltarán los tropiezos y peros, pero si encontrás a un grupo de locos que te hagan homenaje y te sigan a sala llena, entendés que todos los obstáculos tuvieron sentido y que al final, hay recompensa.
Lo que se escucha por ahí:
- "Ya es el encuentro" - "Los quiero abrazar” - "Nuestro Everest" - "¡Mama, la cama tiene ruedas" - "Aún te algo" - "El ser humano tiene el día y la noche" - "Los ariscos que somos a la tristeza"