Metamorfosis agridulce
El pasado miércoles 23, en un anuncio virtual, Jeites nos contaba con un video de 6 minutos, que ya no tocarían más juntos. A decir verdad, no fueron las palabras que utilizaron. Quienes los conocen sabrán que gustan mucho de las metáforas y las frases con finales abiertos e interpretaciones varias, como un guion que se escribe y se rescribe sobre la marcha. Saben que ser categóricos y expresar el fin, como todos lo intuíamos, no hacía falta, ya que iba a ser el tiempo quien hablara por sí solo, total que "esto también pasará": frase con la que coronaron este último show tan especial.
La noticia nos tomó a todos por sorpresa: sin marketing, sin giras de despedida, sin alargue, sin “uno más y no jodemos más”. Se cierra una etapa y se abre otra, porque todo final lleva implícito un nuevo comienzo: Fisurar.
Las repercusiones de sus seguidores fueron variadas. Tenemos a los más melancólicos con comentarios como “Mi yo del futuro los extraña” o “Ni sí quiera puedo pensar en un final. Sólo comenzaré a preocuparme por la ansiedad de verlos juntos alguna vez”. Pero la mayoría encontró un sabor agridulce en el anuncio, de esos que te agarran cuando un amigo que querés mucho emprende un largo viaje: Sabes que es una experiencia increíble para él, pero a la vez te sentís triste por que lo vas a tener lejos. Esto mismo se reflejaban en la mayoría de los comentarios: “Que sensación de contradicción, triste de que sea el último, ¡feliz de estar presente!”, “Cómo los quiero, y cómo los quiero para siempre, lloro de alegría y también de tristeza” y ”Se va a extrañar esa energía, pero también sabemos que de mutar viene la magia”.
Es un interpelarse, multiplicarse, saltar al vacío, transformarse, renacer, desplegar alas, abrir el juego: metamorfosear este proyecto colectivo en algo nuevo.
Y esta despedida llega en el cumpleaños número 13 de esta banda de primos y hermanos, que supo dejar su marca en la escena nacional. Con la grabación de cinco discos de estudio, la participación en grandes festivales -como Festival Nuestro y Festival Capital-, y giras por todo el país y también en el exterior, como la que realizaron en Europa.
Pero si de marquitas hablamos, no podemos dejar de nombrar los ciclos especiales que se dieron a lo largo de estos años: los miércoles en el Marquee, el Rincón del Jeite en Ultra Bar y el ciclo Moshka los jueves en Niceto. Además, las zapadas en universidades nacionales y plazas, la firma de discos y la larga lista de presentaciones en los más variados teatros, salas y bares. Su paso deja un rastro de bailes de ula-ula, teatralizaciones, caras pintadas, narices rojas, globos, paraguas transparentes con luces, polleras escocesas y caretas recicladas; que forman una revolución bailable.
Uno no podría imaginar una ruptura distinta para ellos, que no sea desde la escucha y el entusiasmo que siempre los caracterizo. Aún en el mejor momento como banda, de gran audiencia y repercusión deciden apostar por nuevos caminos, habrá que ser pacientes y esperar qué forma toman estos nuevos recorridos.
Las canciones son eternas y la energía que se vivió en cada uno de sus shows en vivo, seguirá estando desperdigada por doquier: De la misma forma que sucede cuando te pones glitter y aunque pasen un poco los días siempre encontrás alguno dando vueltas en tu pelo o en una mejilla, la música deja rastros en los lugares por los que transita... los atraviesa.
Arrímense a vibrar esta energía, ¡última chance! La cita es este domingo, 3 de noviembre, a las 19:00 en el Centro Cultural Konex.
Bonus:
Se quiebra aunque sea de jade, se rompe aunque sea de oro, se desgarra aunque sea plumaje de quetzal. No para siempre en la Tierra: sólo un poco aquí.
Aquí nadie vivirá para siempre, aún los príncipes a morir vinieron.
Dejemos al menos nuestros cantares.
-Parafraseo del “Pensamiento de Nezahualcóyotl”, recitada en los vivos de la banda.