Festival Buena Vibra: Un baile sin reglas
El sábado prometía una tarde de mucho sol y calor en la ciudad y no nos falló: a la hora de apertura de puertas, ya había gente esperando ansiosa en la entrada, mientras buscaban un pedacito de sombra. Esta tarde tenían un plan: El festival buena vibra, que hacía su apuesta más grande en el Estadio Malvinas Argentinas, luego de realizar varias ediciones anteriores en lugares de menor capacidad como Ciudad Cultural Konex, entre otros.
Un tanto pasadas las 15:00 se dio ingreso. Se podía hacer en el paso de los presentes un gran cool hunting, que iba desde anteojos de todas las formas a enteritos de jean. Era un look que se podría definir como vintage, original y colorido, donde las camisas con mucha estampa y el glitter fueron los protagonistas.
Al ingresar ya sonaban los primeros acordes de Ainda Dúo, que de la mano de Esmeralda Escalante marcaba 1 en el contador de las distintas artistas femeninas que se presentan en el festival, junto a Yago Escrivá presentando su último disco que está cumpliendo un año: Animal (2018). El sol no daba descanso, pero aun así los hermanos Valdés no paraban de bailar en el escenario de un lado para otro. Dueños del house/pop corbodés nos regalaban “A mi lado” entre otras, mientras el público les imitaba los pasos.
Luego fue el turno de Banzai FC que, junto a Militantes del Climax -que llegaría más adelante al escenario contrario-, le dieron la cuota de contenido combativo y de distintas problemáticas sociales que se funden en las canciones de diferentes estilos y recursos, tales como voces de tv, stad up, poesía y rap.
Banzai FC invito a Wos a subir al escenario, quien improvisó unas rimas en apoyo al talento femenino que fue festejado por el público. Y si de baile hablamos, Los Militantes le pusieron swing a la tarde arrancando con unos vientos arriba y metiéndole baile a los quilombos, mientras recitaban distintos cuentos de diferencias entre clases sociales, decisión sobre el propio cuerpo y el patriarcado.
Quien daba el 2 en el contador era Las Ligas Menores, compuesta por cuatro poderosas mujeres - Anabella Cartolano (voz y guitarra), María Zamtlejfer (voz y bajo), Micaela García (batería) y Nina Carrara (teclados y coros)-, junto a Pablo Kemper en guitarra y segunda voz. Ya con un poco más de sombra y mucha más presencia de público que hasta levantaron a un valiente por el aire, algunas de las que sonaron fueron “El baile de Elvis”, “A 1200 km.” y “Peces en el mar”. Destacable cómo la mano de Anabella se movía a mil por hora en esa guitarra atenuada solo un poco por su dulce voz, son la porción justa entre fortaleza y calma.
En cuanto a la distribución del lugar, en toda la parte del ingreso se encontraban los food- trucks donde se podía parar a comer algo con una amplia oferta gastronómica y a un costado del estadio se ubicaba el patio cervecero.
En el predio podíamos encontrar dos escenarios enfrentados que temprano podían ser bien diferenciados como el "escenario de la sombra y el del sol" o más estrictamente, el Escenario Futurock y el Escenario Indie Hoy.
En lo que respecta al estadio, no se presentaron bandas pero sí le dio marco a una gran variedad de exposiciones de arte y cultura. Así podíamos encontrar por ejemplo, revistas Billboard desperdigadas por las gradas para quien quería tomar un descanso o llevárselas gratuitamente; la revista Wacho, realizando distintas exposiciones que iban de caretas de famosos a fanzines y poemas a voluntad; la revista Haze y Prana, peluquería de diseño cortando gratuitamente y cambiándole el look a los valientes voluntarios.
Además se podía ver un grupo tocando Washboards, haciendo acrobacias con aros con luces o armando collages con distintos recortes que invitaban a probar a los que curiosos; o para quienes prefieren los clásicos había videojuegos y metegoles para jugar en equipo, ¡hasta se podía jugar al Twister!
Las bandas se suceden una tras otra, sin dar respiro como un cronómetro, me siento para descansar a la sombra y me doy cuenta de que tengo un plano increíble que nunca experimenté. Veo un sin fin de piernas, algunas con tatuajes, en zapatillas de lona o deportivas, en borcegos, en sandalias, de colores, negras o blancas; pero una cosa es segura, tarde o temprano, esos pies empezaran a golpear el piso, primero tímidamente hasta perder un poco la vergüenza y entrar en calor para darle paso al baile descontracturado que parece caracterizar a este publico particular.
Ya cayendo la tarde, a eso de las 19:00 hs., subía al escenario Bándalos Chinos con un cálido aplauso de su gente a la que cuidó en todo momento, parando de tocar para chequear que todo estuviera en orden y seguir agitando. Lo que sigue en el escenario contrario es Marilina Bertoldi, una más de las referentes femeninas de la jornada, con unas luces violetas que contrastaban con su atuendo elegido en verde fluo, desplegó con todo el power con "Fumar de día" y "Tito Volvé", entre otros.
El sol ya había desaparecido y la luna se asomaba por izquierda de Marilina, a la derecha de Bándalos Chinos o del lado que no salieron los papelitos de Louta. Y si de Louta hablamos, tenemos que hablar de un personaje singular, con su ropa salida de los años 50', bailarines que invaden el escenario, peluches con cabezas de bolas de boliche, un par de faroles y un banco con girasoles.
El artista hizo bailar a todo el mundo con sus remixes y su nuevo disco Enchastre (2018) y contó con dos invitadas que ya son sus clásicas duplas: Zoe Gotusso en “Ayer te vi” y Marilina, -compañera de grilla hoy- en “Uacho”.
El tren seguía pasando al costado del predio, pero poco se escuchaba ya. El Kuelgue tuvo a todos captando su atención en su presentación que incluyó stand-trap, los clásicos de siempre como “En avenidas” y “Circunvalación”, así como también de su nuevo trabajo Fierrin (Lado A) editado el año pasado, con “Planeta Numir” y “Jimena”.
La jornada iba llegando a su fin, quedando las últimas tres bandas por presentarse. La primera de ellas fue Usted Señálemelo, mientras una voz en portugués presentaba a los mendocinos que se acercaban al escenario en un marco de fuego en las pantallas, que luego sería matizado al hacer sonar “Agua Marfil”, clásico de la banda que fue uno de los más cantados de la noche. Luego siguieron Los Espíritus, banda muy convocante y esperada esta noche, que nos brindó un show que trae el groove haciendo sonar “Negro chico”, así como también “Perdida en el fuego” de su último lanzamiento Agua ardiente (2017).
La luna inquieta seguía su rumbo y cuando fue turno de Sara Hebe, se posicionaba bien arriba del escenario al costado izquierdo. Salió de un lado y nos fue envolviendo hasta llegar al lado contrario, dándole marco al cierre: no quería perderse salir en la foto final. La artista de rap -acompañada por Ramiro Jota- hizo vibrar a los presentes que se quedaron luego de una larga jornada para cerrar el festival de la mejor manera.
El saldo fue de 12.000 personas vibrando al ritmo de la nueva escena nacional del indie-rock, hecha de ese amor dulce y pegajoso que no da miedo ni vergüenza explicar en canciones y cantarlas fuente al viento, o de la protesta incluida en rap o stand-up, de voces suaves e instrumentos fuertes. Jóvenes artistas que marcan un precedente de lo que se viene en esta nueva generación que creó la deconstrucción en un baile sin reglas.
Lo que se escucha por ahí: - "No tienen idea de lo que se vive acá arriba" - "Un poquito de house" - "Para todos lo que alguna vez sufrieron por amor" - “Se los dedico a los que se están emborrachando en el patio cervecero” - “Aplauso para el clima que nos regaló este día hermoso” - “Latinoamérica es un barrio, somos todos lo mismo” - “¿Dónde están las chicas?” - “A ver si se enojan con este tema”
Fotos cortesía de Leandro Frutos, Matías Casal y Toto Pons, para Rock & Reggae.