JEITES: Donde soltamos los cuerpos
Segundo miércoles consecutivo que llego de cursar, paso rápido por mi casa, dejo el material universitario y encaro rumbo a la parada del 39 para bajarme en Palermo Hollywood. Las siguientes cuadras, como todo lo que describí antes, las caminaría con euforia y entusiasmo. Porque eso, amigos, es lo que siento cuando estoy por entrar a ver a JEITES.
Y qué alegría enorme volver a estar acá. Esta vez con un poco de incertidumbre, dado que, como les conté, es el segundo miércoles que trae a la banda a Niceto Club en el marco del #CicloMoksha y no sabía con qué me iba a encontrar. De lo que sí estaba segura, es que aunque se repitieran algunas canciones, no había forma de que éste fuera un show como el anterior. O como el del miércoles que viene. O como cualquier otro por venir. Porque JEITES se renueva presentación tras presentación y a uno le pasa lo mismo, lo encara de otra forma.
Si los flyers indican que va a haber una banda telonera, imagínense cuan desconcertado estaba el público al encontrarse en el medio de la 'prueba de sonido' de la banda anfitriona. El sueño de todo fan, vamos a ser sinceros. ¿De qué hablo? De que ya pasadas las 20 hs, en la espera del invitado, Edu Schmidt, estuvimos presenciando una prueba de sonido poco normal. Efectivamente, porque Jeites la realizó en la pista, entonando algunas canciones como “Gaia”, “Dile Adiós” y “Amatista”. En ese momento, éramos como parte del staff; éramos uno más.
Finalizada esta pequeña y manijera presentación, llegó el turno de Edu Schmidt y su banda. Tuve la chance de verlo hace unas semanas por segunda vez y destaco lo mismo que antes: es imperdible el brillo de sus ojos y la sonrisa de agradecimiento que emana, quizás sin notarlo, cuando escucha al público coreando sus temas. De los viejos y que nos traen algo de nostalgia, hasta los más nuevos, como “Un río” y “Si Salgo”.
De boca en boca, de corazón en corazón, muchos volvíamos a estar frente a Jeites. De boca en boca, de corazón en corazón, trajimos a un amigo, a alguien a quien le recomendamos venir y disfrutarlos. Así, con “Todo en esta vida”, salió al escenario el grupo, a dar un poquito de amor pal mundo. Con una seguidilla de canciones en las que apenas teníamos tiempo de recuperar el aire, siguieron “Triste y Melancólica”, “Desde el fuego” y “Todos los fuegos”. Definitivamente, la estábamos pasando bien en este viaje. Y recién era el principio. Los vientos nos condujeron durante “Afropunk”; caras pintadas, con convicción, con seguridad y queriéndolo; conocidos y desconocidos nos unimos para dar un fortísimo cierre enfatizando la estrofa que reza '¡que se curta la mirada del que juzga!'. Luego de “Llegar al Sol”, seguimos haciendo canción de otras canciones y pasaban “Vuelve Canción”, “La Capital” y “Estado Mental”.
Es imposible dejar de recalcar la energía que emana del escenario porque te llega de una manera que te impacta. Porque arriba lo disfrutan y llega a los de abajo y viceversa. Es un disfrute total y absoluto. Quieras o no, liberamos la canción y el animal que traemos adentro y se mueve. Se mueve de un lado hacia al otro o se mueve en el lugar, pero se mueve. Esto pasó durante toda la lista y no podía parar durante “Me caigo adentro” y “Vamo’ los pibes”; el 8 de marzo, un día de lucha para las mujeres, resonó a todo pulmón la frase '¡vamos las pibas, el mundo es nuestro!'.
Hay que dar fin al carcelero, hay que romper el hechizo de lo preestablecido, romper los cables del sistema y ser libres como el cóndor en vuelo. Lo que reza, te lo genera “Los Guachos”, al que se le entrometió un pequeño cover de “Sally”. “Down the valley” fue seguida, en el mismo formato, por una versión semi acústica de “Necesito”, que nos llevó a soltarnos en la corriente, viajar, ser una gota más en el río y así llegar al mar para “Acariciar lo eterno”. Y esto, parecía un sueño. Le hicimos un lugar en nuestro corazón para llevarlo por siempre, como dice “Peiname”. Llegó a nuestros oídos el latido de “Distancia”.
La guitarra no tenía que seguir mucho más para adentrarnos en “Karma” y saber que se venía un bloque a puro goce. Junto a “Cumbia del mundo” y “Desvío", fueron el trío perfecto para que la fiesta no pare. Para eso, se subió al escenario nuevamente Edu Schmidt, con quien además interpretaron “Ya lo sabemos”, de su antigua banda Árbol. Y entre tanto placer, “La Marcha del Poeta” igualmente no nos olvidamos de sostener nuestros ideales y de defenderlos ante cualquier poder y discurso que se nos quiera imponer.
Llegando al final, “Bienvenida” seguía haciéndonos sentir libres de verdad y ”Dubi Dubi” nos hacía brillar. Las sonrisas se hicieron más grandes al arrancar “Voce” y los brazos se alborotaban en el aire dándole un empujón a los globos para que no dejaran de volar. Jeites, un grupo de encantadores personajes, tuvo la gran idea de pegar afiches en las paredes de Niceto para que el público escribiera en relación a un tema que ellos propusieran; pero lo que nadie sabía es que se haría en el escenario, una canción en vivo y en directo. Y esa, es la magia de Jeites, señores. Lo inesperado, lo increíble. Jeites.
“Soy Maceta”, “Hola Hola”, “Volviendo a casa” y “Equilibrios” fueron las responsables de dar cierre a una noche mágica de miércoles. Una como quizás uno no espera tener. Nos fuimos de Niceto pero como la gira nos gusta, qué lindo encontrar a la salida un cartel indicativo de que la semana que viene vas a volver a pisar por esta banda, ese lugar. De boca en boca, “de corazón en corazón”, les recomendamos que no se pierdan el próximo miércoles 18 la última fecha del #CicloMoksha.
Fotos por Aylu Barrios.