Codo a codo, Cuesta Arriva avanzó a Kirie
Una vez más los quilmeños pusieron a bailar la city porteña. La trasnoche del 17 de marzo, los representantes de aquella ciudad fueron los pibes de Cuesta Arriva, que ya con “Boomerang” nos tenían a todos tirando unos pasos. Realmente algunos buscamos alternativas e hicimos lo posible para encontrar su rocanrol una vez más, tal como dice “Antes del Sol”. Y, aunque fuera tarde, le encontrábamos explicación a estar ahí; sabíamos qué hacer, sabíamos cómo sentirnos (algo que quizás no sucede cuando suena “Pagando”).
Y ahí estaba yo, parada en Kirie, rodeada de gente, empapada de música, perdida en mis pensamientos. Éstos, me llevaron a algo que recuerdo siempre que tengo a esta banda enfrente. Bruno, Pablo, Gonza, Rama, Vetto y Franquito, son los nombres de unos flacos que merecen una oportunidad, que la buscan, la logran y que son agradecidos cada vez que la tienen. Agradecidos a su familia, a sus amigos, a los 'Invalawes' (seguidores del grupo), no se olvidan de nadie. Y no se lo guardan. Siempre que pueden, te rescatan, te llevan a ese mundo mejor que anhelan en sus canciones y encima te agradecen por eso, por estar ahí. ¿Y cómo no estar ahí?
A pesar de los golpes, a pesar de que en la vida haya despedidas, se sigue adelante. Hasta este punto de la lista, quien estuvo encargado de darle golpes a la bata fue el increíble Pablo Calvagno, de la banda hermana Alma Bouquet, que seguía deleitándonos en “Grullas”, “Inocentes” y “Viceversa”. Como si supieran como contentar a los fans, se sumó al plantel de 'Alma Arriva', Mauro Memmo, bajista de la misma banda que el otro invitado, en “El Futuro del Pasado”. Con uno de los temas preferidos de esta cronista, siendo las 2.44 de la madrugada, la noche estaba en pañales y desde lo profundo de cada garganta, emanaba la letra de “Rocanrolen”.
Sin dudas, “En su nombre” es una de aquellas letras que erizan la piel; quizás porque muchos pueden hallarse y hallar a otro en cada una de las frases. 'Dame magia y que se cierre todo este temor', dice la canción y yo creo que más de uno sonreía porque veía la magia en Kirie.
Alternando entre canciones de sus dos discos de estudio, Improvisación y Si pudiéramos ver, se sumaron a la lista “Tan Distinto”, “Marinero”, “Letras Chinas” y “Dale que va”. Esta vez, el que le daba vida a la batería era Mateo Matarazzi, de otra gran banda del sur, No Somos Nada.
Nuevamente llegaba un momento del show donde sonreía de par en par por lo que sentía. Porque llegaron esas palabras que sanan al rezar: 'Y el placer de darme cuenta que hoy puedo disfrutarte porque creo haber hecho las cosas bien... y estoy mejor que ayer'.
Estábamos tan bien que por todas partes se veían brazos en el aire escapando de todo malestar con “Murguita de Estación” y “De Regreso”.
Con el incomparable aporte de Guillermo Soster en la armónica, “Ojos Café” iba marcando lo que era el final de la lista. Las melodías divertidas mantienen a tu cuerpo con esas ganas locas de querer seguir constantemente, incluso después de los tropezones en los que aprendemos paso a paso del camino que transitamos. No vale la pena apichonarse, entregarse a los caprichos que solo te generan incertidumbre y te acobardan; no hay que dejar de soñar, no hay que dejar de volar, no hay que dejar de intentar porque los que buscan siempre encuentran a pesar de que todo tarde. “Domselaar”, deja clara esta idea y la exclama bien acompañada por unos vientos que quieren que te quede fija. Es un placer irse así de renovada de un show.
Para los que quieren chusmear de qué se trata esta banda de la que tan personalmente les conté, les recomiendo que pasen el 13 de abril por la birrería KIF de Palermo, donde van a brindar un acústico.
Fotos por Sole De Paoli.