En La Trastienda sentimos también
La noche del 28 de noviembre iba a ser la última vez que Suena Rock Under pisara La Trastienda, en despedida de un gran año con varias coberturas en aquel lugar. Para decirle adiós al 2017, necesitábamos, consecuentemente, terminarlo también a lo grande. Por suerte, se ofreció a musicalizar todo la banda rosarina, Cielo Razzo.
El calor en el recinto se empezó a sentir desde la primera estrofa de “Ventanas”. Recién culminada la seguidilla “Barek”, “Alma en Tregua” y “Tus Pasos”; recuerdo decirle a Mica, quien se cargó a la perfección la labor fotográfica aquella noche, lo sorprendida que estaba. Y es verdad: miraba con ojos como platos y los oídos totalmente entregados a la calidad musical que emanaba el escenario. Cada uno de los instrumentos sonaba con profesionalismo y sobre todo con pasión. Esto, se notó también con “Carne 2” y “Demás”. El solo de guitarra en “Estrella” dejaba claro que Cielo Razzo no viene simplemente a darte un show, viene a dejar una huella en tu memoria.
Un clásico que no falta y a que pesar de los años sigue manteniendo al público saltando, es “Miradas”. Me pasó durante “Sistema” que me quedé totalmente perdida en la frase 'y cuando se aclaren nuestros pensamientos vamos a volar', quizás porque es fin de año y quiero escapar de todo, no sé. Mis pensamientos siguieron volando en “Por llegar” y se perdieron totalmente en el pogo de “La Roca”.
A todo esto, y demuestra mucho de ellos como artistas, desde el micrófono principal no paraban de emanar agradecimientos a todos los presentes y al equipo. No fue esta la única vez, sino que fue repetitivo y respaldado por las miradas y sonrisas de cada uno de los integrantes de Cielo Razzo. Es por eso que creo que la fiesta que se gestaba abajo era nada más y nada menos que un 'gracias a ustedes'. El público no paraba de moverse durante “Otoño Blanco” y cantaba a todo pulmón “La Furia”.
Los inconfundibles golpes a la bata seguidos de la guitarra en “Televicio”, consiguieron que varios intercambiaran miradas cómplices, les dieron a sus amigos sus pertenencias y se fueran a meter al lío y que no salieran durante “Amarrado” ni “Serville”.
“Puta” fue cuna de abrazos, de personas subidas a hombros de otro, de gritos al cielo. Las luces se prendieron un poco y creímos que era el final, pero en realidad era solo un parate. Esperado, aparentemente, porque nadie se trasladó fuera de La Trastienda.
Así, “Tierra y Tambores” y “Chapa y bandera” marcaron el regreso a los tablones, con la energía renovada y la esencia que no cambia. Aunque el final se veía cercano, como para que todos volvieran contentos (y cansados, me imagino) a sus casas se tocaron “Luminoso” y “Luna”. Pero el cierre a aquella noche había quedado en manos de “Sin Salida”.
Después de su presentación en la Gjira Fiesta me había quedado con ganas de poder volver a verlos. Nuevamente quedé sorprendida con el despliegue que tiene la banda, la calidad musical y lo bien que suenan. Todo esto causa que tenga una amplia recepción por el público, ciudad donde se encuentren. Y eso, se vio el 28 de noviembre en La Trastienda.
Fotos por Mica Ridiero.