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Alma Bouquet galopó a La Trastienda

Hay algunas relaciones que llegan a su fin y otras que perduran en el tiempo. Un ejemplo de la primera es la que tengo con una de mis ex parejas; un ejemplo de la segunda es la que tengo con Alma Bouquet, a los que conocí gracias a él. Y digo “gracias” porque realmente le debo haberme presentado semejante banda. Incluso, una de las primeras que escuché del under y que más rápido me atraparon. Y sé que esta da para rato.

A lo largo del año tuve la oportunidad de presenciar varios de sus shows y siempre quería más. Porque Alma es eso, una banda que te da un espectáculo descomunal y te deja manija para lo que venga, sea donde sea. El 8 de diciembre, este “sea donde sea” fue totalmente impensado para mí. ¿Por qué “impensado”? Porque lo último que se me hubiera ocurrido era que los pibes del barrio de Quilmes iban a tocar en La Trastienda. Pero antes de que se indignen, dije “impensado” y no “inesperado” porque realmente creía que eventualmente iban a llegar ahí. Porque cuando das la vida por lo sueños, cuando haces en pos de alcanzarlos, terminas llegando a ellos. Más aún cuando no te dejas gobernar por los miedos, llevas por dentro convicciones, risas y un corazón contento por el que brillas. Esto último resonaba en todo el recinto con “Lazarillo”, primera canción del show. Y se vio reforzado con “De abrazos inconclusos”, donde volaron miradas cómplices y gritos al cielo, sobre todo en la estrofa que reza “me quedan canciones para poderte abrazar aunque estés lejos”. Más de uno nos habremos acordado de alguien a quien se lo dedicamos, pero con la esperanza de que algún día se lo daremos y por eso dejamos nuestras mañanas abiertas por si acaso.


Tras el Telón”, “Apóstoles Ateos” y “Noche de Brujas” son temas que tienen letras muy ricas, que a veces cuestan un poco entender (ya que arranqué con un sincericidio, ¿por qué no seguir?) pero cuando les encontrás la vuelta, entendés la magnitud de lo que dicen y por qué se cantan con tanta convicción.


Algo destacable de la banda y de su público es que no se mantienen al margen de lo que sucede alrededor suyo. Que saben que un corazón no se rompe solo por un desamor, sino al ver que donde vive se viene abajo, donde vive lo azotan injusticias; pero donde vive también está la posibilidad y todavía la esperanza de hacer de este mundo un lugar mejor y a eso alientan las canciones: a efectivamente poner las manos en la masa y luchar por eso.

Igualmente, al fin y al cabo, a la mayoría de los corazones que laten en esta galaxia, desafortunadamente el amor les da con un palo. Incluso, a veces podes encontrarte del lado de la víctima o del victimario. Por eso, “Final del Juego” y “Barrio, yuyo, barro” nos dieron a algunos, sacudones de ambos lados de la calle. Pero siempre, siempre hay que ser sincero y esto nos lo recuerda “Preguntas en presente”.

Al igual que en el Roxy de Abril, la banda nuevamente rindió tributo a un artista internacional. En este caso no se trató de una canción de Foo Fighters sino que, en honor al aniversario del fallecimiento del ídolo John Lennon, se interpretó “I want you (She’s so heavy)”. A este cover se sumó en el piano Matías Reynoso, de Rock a la Orden y durante gran parte del show estuvo Luciano Maioranna, quien aportó su magia con la guitarra.

Estando en el under uno tiene más chances de que la banda que le gusta, sea a su vez, su amigo. En particular, puedo compartir con miembros de bandas que no se comen el estrellato, que recuerdan de dónde vienen, que saben que al fin y al cabo todos somos humanos e iguales. No sólo eso, sino que ven que en su misma situación se encuentran otros que intentan sacar su sueño musical adelante. Agradezco haberla clavado en el ángulo siguiendo bandas under que no se olvidan del compañerismo. Sin dudas, una de las mejores versiones de este es el que veo entre grupos como Cuesta Arriva, No Somos Nada y Alma Bouquet. Con las manos en el fuego puedo decir que sus integrantes no fueron al show a figurar en la foto, sino realmente a bancar a sus amigos sobre el escenario. Y qué lindo que fue ver sobre él a Bruno Perassolo, cantante de Cuesta Arriva, sumando su voz a “Las Piernas del Tiempo”. En todo sentido fue la versión más linda, a riesgo de ser subjetiva, que pude escuchar. Arriba, cada palabra que emitían los micrófonos era sentida y te tocaba el alma. Abajo, en la pista, la mitad de La Trastienda se sentó en el suelo. Veías brazos entrelazados por todas partes, brazos que intentaban alcanzar a todos los cuerpos que pudieran; brazos que, sin decirlo, exclamaban “acá estoy”. Si escuchan este tema van a entender el porqué de esa situación, la necesidad que algunos sienten de ser sostén de otros, sin esperar recibir nada a cambio.


En una de las últimas crónicas del año no puedo dejar de lado a mi fiel Real Academia Española, que define a “abrazar” como “Estrechar entre los brazos en señal de cariño; rodar, ceñir”. Esa fue la acción que preponderó aquella noche. Ese gesto inequívoco de transmisión de cariño. Ese gesto que no conoce límites, fue inclusivo durante “Datmi” y abarcó aproximadamente 80 personas en un solo anillo, pero varios otros alrededor, que irradiaban miles de distintas emociones. Éstas, continuaron a flor de piel durante “Pequeña historia de un ratito conyugal” y “Santos". Durante “De perros y proezas” una vez más me atacó en vivo el darme cuenta de la DES-TRE-ZA que emana de los tablones. Porque si hay algo innegable de Alma Bouquet es la calidad musical que tienen y que se nota que día a día buscan superarse en lo que hacen. Y se ve.


Es una verdad universal que el hecho de que los pibes hayan llegado a ese escenario era motivo de festejo. Aplaudo de pie y con alabanzas al que se le ocurrió traer a la Murga 5 PAL’ PESO no sólo para telonear el show, sino para sumarse a cantar y bailar “Borracho y redoblante”. En este momento, me encontraba al ladito del escenario y pude ver, desde otro ángulo, el disfrute en todo el recinto. Incomparable. Pero no me pude aguantar y volví al pogo durante “Lupita”, canción que se despide con una base de bajo que es “dueña de todos los yores” como dicen en la jerga (y la verdad que sí, no vamos a hacer de cuenta que no). Otro de los invitados al festín fue Ricardo Verdinare en la guitarra.

Otra vez empezaron a encontrarse y chocar los sentimientos. Otra vez volvieron los abrazos. Otra vez volvieron las lágrimas. Otra vez volvieron las miradas cómplices y las miradas a la nada. Porque a todo eso te impulsa “Específico”.

Al igual que durante toda la velada, los dientes apretados brillaron de a montones con “De estanques y banquinas” y el pogo no amainó durante “Milonga del Umbral”, aún siendo la anteúltima canción de la noche.

A la carga, vino galopando “Corceles”. Y aunque sea por unos minutos, todos nos sentimos el caballito más preciado. Ojalá se extendiera en el tiempo ese sentimiento, ojalá todos recordaramos que somos los únicos que cargamos el estandarte y que el horizonte podemos alcanzar. Que ahí nomás está la gloria, que nos estiremos para alcanzarla. Pero no llega sola. Llega con esfuerzo, llega con ganas, llega con pasión. Llega porque se la busca. Llega porque se cree en lo que se gritó un par de temas atrás: “la vida por los sueños”.

Sé que me fue imposible inclinar esta crónica hacia la objetividad. Tampoco lo pretendí, para ser honesta. Este año fui varias veces a La Trastienda y sin lugar a dudas, esta fue la vez que más orgullosa pisé ese lugar. Porque la banda de pibes de Quilmes, pibes que laburan y estudian, pibes como vos y como yo, fueron de a poquito dándole vida a este sueño, haciéndolo real.

Marcos, Memmo, Gaita y Pablo creyeron en él y lo fueron a buscar. Y el viernes 8 de diciembre de 2017 lo llevaron a La Trastienda de San Telmo y no dudo que con el potencial que tienen, van a llegar a donde se propongan. Y la van a romper.

Fotos por Aye Romano.

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