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El Plan de la Mariposa estalló de luces Niceto


Uno de los instrumentos que siempre me llamaron la atención fueron las gaitas. Su sonido, su forma, su funcionamiento, eran cuestiones que me atraían de este aparato. Según mis investigaciones existe desde un poco antes del siglo XV y su uso se propagó por toda Europa, acompañando todo tipo de eventos. Como más de una vez ha quedado claro, si la música no conoce fronteras menos los instrumentos, ¿no? Es así que el 7 de diciembre, en Niceto Club, dos gaitas se encargaron de animar la espera en el show de EL PLAN DE LA MARIPOSA. Y fueron indicadas para darnos una pista de qué iba a tratar lo que se venía (pero solo una pista).

Escucho El Plan hace unos meses y honestamente no esperaba el agite que hubo desde la primera canción, “La Vida Cura”. Ahí, aunque no nos conocíamos, sentíamos todos que expandíamos la voz y con amigos la cantábamos, al igual que sucedía con “Azúcar Negra”.

Uno cree que es lógico que los integrantes de una banda sepan los temas que tocan. Lo que a mí me sorprendió es que cada uno de los que estaba arriba del escenario, a pesar de no ser la voz principal o coros, cantaba a todo pulmón cada una de las palabras. Los integrantes de la banda eran parte del público. Eran uno más. Esto no lo vi sólo en “La Bisagra” sino también en lo que siguió en la lista. A las cuerdas vocales de Sebastián y Camila Andersen, todo el tiempo se le sumaron, -a veces con, otras sin micrófono- las de sus hermanos Valentín (guitarra), Santiago (Violín) y Máximo (teclados). Siempre respaldados, infaltablemente, por Julián Ropero (Batería) y Andrés Nör (Bajo).

Me pareció muy remarcable el final que le dio la guitarra de Valentín a “Viajo con el Sol”, seguido del teclado de Máximo que nos cuidaba la espalda en “Cruz del Sur”. Y, seguidamente, nos unimos en el grito sentido de que “la vida es linda pa’ disfrutar y darle pa’ delante” durante “Mujeres que bailan”. Luego, en “Braian” reafirmamos que nadie podrá frenar con su alambre a nuestro espíritu. Recordamos también que hay que crecer en cada paso al sonar “Libertad (Kase-O)” pero que a veces, nos encontramos siendo víctimas del universo conspirado por nosotros mismos, como dice “El Cuerpo Sabe” y nos podemos estrellar.

De su anteúltimo disco, “Danza de Antalgia” lanzado en el 2015, también sonó “Buenos Aires Fiebre”. Este fue uno de los temas que vi que con más convicción se entonó. Quizás por identificarse con el hecho de que esperamos a que otro nos indique el camino a tomar, somos como perros atados a una correa. Y si nadie hila los sueños por nosotros, nos quedamos solos y “en bolas”. No hay que olvidarse que el cuerpo siempre puede un poco más (“Cómo decir que no”); sintamos, intuyamos y hagamos: “El Riesgo”, es optimismo. El setlist continuó con “Savia”, “Regalado” y “Navegantes”, todas viejas pero disfrutadas, como la primera vez que se escucharon. En el medio se escabulló “Semilla del Alma”, del disco lanzado este año, intitulado “Devorando Intensidad” y quedó atrapada por “Ella es Agua”, “Guruchain” y “Maizal”, también de trabajos anteriores. Es imposible dejar de mirar como Santiago se mueve al ritmo de cada canción, con saltos que demuestran que siente cada una de las melodías que sale de su violín pero más aún, que emanan del escenario en su totalidad.

Aún llegando al final y después de haber dejado todo en la pista, el público no amainaba el pogo compañero (y que parecía ensayado) durante “Mar Argentino” y los brazos se levantaron en el aire al grito de “siempre va a quedar la huella si se va con el corazón”. A dos guitarras sonó con todo “Invierno Nuclear” y con la misma potencia se desempeñó “La Lanza de mi fe”.

Mi Jagger” tuvo en miras que no dejáramos de tirar unos pasos, pero la calma vino con “Entrañas”. Digo calma porque, en su versión acústica, todo Niceto se unió en una sola voz que se alzaba en el estribillo “somos viento fuerte que viene del mar, ráfagas de flechas que apuntan hacia el mismo lugar: a empujar”. La tranquilidad fue en breves dejada de lado, porque hay tantas formas de vivir y ahora elegíamos volver a saltar con “Abrime los ojos”. No puedo dejar de lado, tampoco, el ímpetu con el que sale cada una de las palabras que Camila entona en las canciones, realmente marcando la diferencia y dándole más fuerza a las letras, más sentimiento; incluso, con su toque logra transportarte más allá de lo que de por sí lograría la canción sin ella, es increíble.

Durante “La Cobardía” se invita a Rodrigo Clavell a que haga su distinguido aporte a esta fiesta, acompañando con el saxo. El cierre de la noche se olfateaba, pero todos nos oponíamos a ello. ¿Cómo lo sé? Por las dos canciones elegidas para despedir esta presentación a pura emoción y festividad, como a lo largo de todo lo que duró el show. El bajo de Andrés dio la intro a que todos los cuerpos se pusieran a bailar con “Te Quiero”. En verdad que el recinto entero la estaba pasando bomba, tanto arriba como abajo del escenario, completamente demostrado en “Romance con el desapego”.

Gracias a este medio pude conocer bandas que quizás antes no hubiese escuchado, ésta fue una de ellas. Y desde el primer tema que escuché, me cautivó. Es así que realmente tenía ganas de ver de qué se trataban en vivo y me llevé una de las mejores experiencias lejos. Recomiendo a todos que le den una chance a EL PLAN DE LA MARIPOSA, que se dejen llevar. Como dije, el riesgo es optimismo.


Fotos por Mica Ridiero.

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