El Refugio bailó su rocanrol
Marzo fue un mes de varias noticias, entre las que se encuentran el lamentable fallecimiento del emblemático Chuck Berry, el esperado regreso al escenario para #ElIndioEnOlavarría; el arribo de Alma Bouquet a su primer Roxy y de Salta La Banca al Malvinas. Pero yo todavía recuerdo que, aquel mes, pudimos escuchar el séptimo disco de estudio de El Bordo, intitulado “El Refugio”. La gira de presentación tenía una próxima parada y nosotros sacamos el boleto para darle la bienvenida.
A las 21.50 del domingo 17 de septiembre, lo único que alumbraba el Luna Park eran las luces que emanaban los flashes de los celulares. Hasta que por fin, a medida que aumentaba el volumen del cántico del público, lentamente se iba iluminando la escenografía que se nos imponía. El “Y dale ohohohhh, y dale El Bordo… Hoy te vinimo’ a alentar, la banda siempre va a estar!”, fue superado por una guitarra eléctrica que traía consigo a todos los integrantes de EL BORDO: Ale Kurz (voz y guitarra), Diego Kurz (guitarra), Migue Soifer (batería), Pablo Spivak (bajo) y Leandro Kohon (teclados y armónica).
La presentación oficial arrancó con “Corazones Olvidados” y desde el momento cero se vio que realmente sin amor, todo es en vano: estábamos ahí, un domingo, a pocas horas de que comience una nueva semana pero, quién se iba a querer ir si ahí te sentías como en casa. O por lo menos así me sentí yo: estaba con mis amigos, pero en medio de un mar de gente a la que veía por primera vez, al igual que a esta banda. Primera vez que no parecía tal. Yo también salí rumbo a lo desconocido y el soundtrack ahora lo ponía “La Libertad”. Continuada de “El Grito” del cantante que decía "¡qué bueno es encontrarnos 'En la vereda de enfrente'!”.
Fuimos caminando junto con “Mi alma ve”, cuyos pasos nos llevaron a un rocanrol dedicado a todos los viajeros: “Siempre original”. Más de uno se debe haber sentido identificado por haber dejado, tan solo por unas horas, su rutina agarrotada. Escuchamos el motor de lo que sentíamos y nuestros cuerpos se dejaron llevar al baile por la sutil, pero penetrante intro de “Humano”. La armónica del Cuervo en “Dejar caer el Sol” acompaña los corazones melancólicos, pero no dura más que esos minutos porque nuevamente se desataba el pogo con “Destino”. Acá ninguno era visitante; acá los nuevos y los de siempre, éramos todos locales.
Durante esta crónica les voy a contar que hubo varios invitados, pero voy a sumar uno más que apareció de una forma muy particular. En las pantallas del Luna Park, Kurt Cobain entonaba “Very Ape”, de su banda Nirvana. Al finalizar “Silbando una Ilusión”, el frontman comenta que ese tema les trajo muchos cuestionamientos. Pero ahora, él nos hacía este: “¿Por qué será que se ponen más lindas después de dejarme?” Y… no conozco el trasfondo de la ruptura Ale, pero si les mostrabas el video de “El Traje” quizás no cortaban... Cuesta encontrar las palabras adecuadas, por lo que sólo voy a limitarme a decirles que la temperatura subió a grados tales que imaginariamente ubicó ese estadio en el centro del Sol. Y todo a causa de que el cantante de El Bordo se había calzado un “esmoquin” que se llevó los suspiros de mujeres y hombres y, probablemente generó varias fantasías.
Segundos más tarde, quedó manifiesto que la banda no se mantiene ajena a la realidad y se preguntan lo que todos: ¿Dónde está Santiago Maldonado? Ojalá tengamos esta respuesta pronto y ojalá que sea un desenlace para contar con una genuina sonrisa. En este orden de ideas, sonó “La Patada”. En este punto, estaba totalmente impactada por lo que estaba presenciando y no podía dejar de destacar la calidad de cada uno de los músicos. Ritmo que fuera, los instrumentos no paraban de sonar potentemente bien.
Se introdujo al primer invitado (segundo para ustedes…) de la noche: Juanchi Baleirón, voz de Los Pericos, que vio todos y cada uno de los meneos que se daban durante “Así”.
Unos años atrás la banda iba a tocar en Las Grutas (Río Negro), pero a causa de las lluvias el show se suspendió y una seguidora pidió que les escriban una canción “a ellas” (nosotras). El dicho dice que “después de todas las tormentas, sale el Sol”, ¿no? No hay nada más lindo que el Sol propio de una mujer y sobre todo ese que se desprende de su sonrisa. Aquella que se oculta ante los atropellos que vivimos diariamente pero que en algún lado todavía está. Miedosa, pero está. Animémonos a que reaparezca, ayudémonos. Los aplausos se unieron en común acuerdo de querer erradicar la violencia de género de nuestra sociedad (y de todas) y se invoca fervientemente el deseo de “Que ella (ellas) vuelva (vuelvan) a sonreír”.
Esa noche, reviví el impacto que me generó la primera vez que escuché “Todo y más” y perdida entre mis pensamientos, sentí que realmente estaba viviendo “como si no hubiese mañana”. La vida está repleta de momentos en que uno se enfrenta a sí mismo, repleta de pararse enfrente a precipicios, repleta de tropezones pero inconscientemente, sin pensarlo, nos vamos a levantar. Todos tenemos y seremos ese “Instinto”, todos seremos libertad. Y aún aunque “El Silencio (…)” sea un caos infernal.
Arriba del escenario se veía un grupo de amigos y abajo, también. Y entre todos, como en un fogón, fuimos por una que todos sabíamos: “¿A dónde vas?”. Claramente, a ningún lado y menos cuando los anfitriones anuncian que, junto con todos los miembros de Las Pastillas del Abuelo, íbamos a hacer de ésta, “Noche Extraña”.
Luego de “Deporte Nacional”, seguimos “Soñando Despierto(s)” y, durante “Lejos” solo esperábamos que no termine nunca este show.
Aunque no estaba presente físicamente, Ale se encargó de recordar en “Carta a un amigo” a Pato Fontanet, ex cantante de Callejeros. Vengamos de donde vengamos, seamos compañeros o no, nos guste previar con birra pero no con vino, nos guste el mate dulce o amargo, todos y cada uno de los que escuchamos música lo hacemos con la creencia de que ésta no mata: la música es universal y une. Esta idea se reflejó en el incansable aplauso del público ante la dedicatoria.
Para continuar con una jornada en la que a cada momento se veía la amistad, en “Existir” sube al escenario Fernando Ruiz Díaz, cantante de Catupecu Machu. Luego de “La Banda” y con su guitarra acústica colgada, el frontman hace expresa su intención de que se apoye más a las bandas nacionales porque “hablan de las cosas que nos pasan a nosotros”… Más de uno se habrá sentido tocado con “Cansado de ser”, ¿no?
El final se aproximaba, pero de la caja bordolina no paraban de salir sorpresas. Junto con su armónica, Manu Varela (saxofonista de La Renga) acompañó durante “Metafísica Suburbana”. Pasada la medianoche, arrancó “Los Perdidos”.
Las ganas de tocar aquella noche se demostraban segundo tras segundo, nota tras nota, de cada uno de los temas de la larga lista planificada. Pero los imprevistos pasan y por ahí se chispoteó “A mi favor”.
La que se calzó la 10 para que arranquemos bien arriba la semana fue “El Regreso” que, personalmente, me hizo preguntarme cuándo iba a tener la oportunidad de volver a vivir un show de la banda. Allá, a dos vueltas del calendario mensual, el 4 de noviembre dice “El Bordo en Auditorio Sur”. Y así yo volveré. Y así nosotros volveremos.
Fotos por Mica Ridiero.