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La sed verdadera

Se Va el Camello repasó su obra durante dos horas en un The Roxy desbordado, anticipó canciones del nuevo disco y confirmó el gran presente que atraviesan. Brancaleone fue el grupo invitado.


Dos fechas en Pura Vida a sala llena, en marzo y abril respectivamente, anticipan un gran comienzo de año para la banda platense. Continúan con un recital en el Estadio Único de La Plata dentro del marco del Festival Provincia Emergente que deriva en un anuncio y por qué no desafío: 25 de agosto Se Va el Camello en The Roxy. El trabajo del próximo disco queda en segundo plano, la banda se enfoca en los preparativos de una nueva fecha y en la vuelta a los escenarios porteños después un tiempo prolongado.

Brancaleone vive cada recital con la misma vehemencia. Tocar en Huracán antes miles de personas invitados por La Renga o en un lugar cerrado con menos capacidad no impide que Martín Dufou y el resto de los músicos desplieguen un show frenético. “Pobre Patricio” canción incluida en Convida, álbum editado a fines de la década pasada, invita a acercase a las proximidades del escenario a quienes lentamente ingresan al lugar.


Martín gira y se aferra a su charango para mostrar la versatilidad de estilos característicos de los surgidos en 9 de Julio y comienza a sonar “Viejo de Mierda”. El instrumento continúa en escena y se despide luego de “Gallita”. En poco más de media hora de un recital eficaz y casi sin mediar palabras con el público para aprovechar cada minuto, la banda se despide al ritmo de “Corazón”.

“Las Luces del Alba”, álbum emblemático del under, inicia con "La Calle es el Refugio" y esa es la canción que Se Va el Camello elige para abrir su show ante un lugar ya colmado. En casi dos horas, repasan temas viejos, algunos más actuales y dejan la puerta abierta para lo que vendrá con un puñado de melodías que si bien son del próximo disco ya se encuentran bien trabajadas.

Tomás Rusconi, voz y guitarra, saluda y agradece a su gente por llenar la sala. Desde “Latiendo de Más”, último disco de estudio, llega “El Mismo Lugar” que es acompañada por visuales cautivadoras. La banda se adueña del escenario y se muestra conforme. Hay complicidad en esas miradas pero también hay historia: más de una década de mirar al costado y ver las mismas caras. “Encontrarme” cierra de forma consistente el primer tramo de canciones y da pie a un momento de reflexión.

De la oscuridad sale Pablo Puliti con un imponente acordeón, el primero de los numerosos invitados, para acompañar y darle un sonido distintivo a “En lo oscuro de la noche”, un tema cargado de sentimientos no sólo por lo que representa la letra sino porque en la pantalla aparece el rostro en primer plano de Santiago Maldonado. Músicos y público se unen en un mismo pedido: su aparición con vida.



Esteban Penobi, bajista, le deja su instrumento a Diego Aput de Cuyoman, se retira a las sombras del escenario y desde ahí observa como su colega deja su huella en “Madrugadas”. A su regreso y a banda completa sorprenden con "Naufragio", canción del próximo disco que rememora al rock de los 90. Tomás gira a su izquierda e invita a Maximiliano Gimenez de El Delirio de La Parca, quien emerge entre un humo abundante y constante para darle voz a "Hambriento Andar".

Los temas continúan y la sensación de ir y venir en el tiempo se hace presente. “Tanto busqué” y “Nada se Detiene” evocan y reflejan un pasado que con los años evoluciona, se torna maduro y suena más actual con “Amores en Curda” y “Presente en el Tiempo”, esta última interpretada por Mauro Cacace, portador de un vozarrón demoledor. Una noche tan esperada merece ser compartida con artistas amigos, por eso persiste el desfile de invitados. Juanjo Spinedi de Maldita Suerte aguarda su turno en un costado y ante el llamado de Tomás, aparece en escena para darle vida a “Acá Rock”. El punto final a las participaciones lo pone Nahuel Amarilla de La Perra que los Parió, quien comparte con la banda los valores de la autogestión y entonan "Más que un Puñado".


La noche de a poco se termina pero a Se Va el Camello todavía le queda con qué batallar. "Diagonales" comienza a sonar y nadie puede contener la euforia. "Parapapapa" y "Murga" reviven los inicios de la banda, hoy divida en dos generaciones: la que desde hace más de una década apoya el sueño de los camellos y la otra, que se sumó después y es más joven pero ambas entienden que el camino es el mismo para todos: son esa voz que siempre los van a acompañar.


Fotos por Micaela Ridiero

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