Una fecha más para la historia, una piba menos para la vida
A modo de preludio del relato que leerán a continuación, quiero aclarar que esta no es una crónica ordinaria. Pido perdón si ofendo a alguien. Pido perdón si no era lo que se esperaba, pero nos están matando y quiero gritar por donde mejor me sale o me gusta, la escritura atravesando la música. Gracias.
‘Confirmadas para cubrir Piñata’ nos dijeron. La felicidad era absoluta porque no solo iba a poder registrar con palabras todo lo vivido, sino que también iba a ser la primera vez que los iba a ver (y más locales que nunca). Solo quedaba contar los días, las horas. Lo hacía y la manija aumentaba más y más. Todo estaba dado, iba a ser un día super especial. Y lo fue...
En paralelo a este suceso personal, algo pasaba en la sociedad, otra vez. Una vez más una chica, cerca de mis pagos, había desaparecido. Anahí Benítez. La vi pasar por Twitter, por Facebook y por toda red social que se les ocurra. Fue ahí cuando mi felicidad ya no era absoluta, fue entonces cuando de nuevo podía sentir esa molestia en mi pecho; esa molestia que bien sabemos que no es más que dolor gestándose.
Uno nunca pierde las esperanzas, ¿vieron?. Siempre guardamos un ápice de ilusión. Pero esta vez y como tantas otras veces, fue en vano. El viernes al mediodía apareció asesinada, no muerta, ASESINADA. En ese mismo instante sentí que un pedacito de mi alma desapareció junto con ella. Y solo quería llorar. De bronca, de dolor, de cansancio. Y lloré.
Al día siguiente me desperté desganada y sumamente triste, pero tenía una tarea que cumplir. Llegó el sábado 5 de agosto y tocaba una de las bandas más hermosas que tiene el rock de nuestro país. Tocaba De La Gran Piñata por primera vez en Auditorio Sur. Sabía que era fiesta asegurada, el problema estaba en ¿cómo separar las cosas? ¿Cómo disfrutar de esta fecha sin pensar en lo que había sucedido el día anterior? Fue entonces cuando me propuse hacer todo lo posible y no pensar en la vida que nos había sido arrebatada, aunque sea, por esa noche. Pero cuando entré a Auditorio, no hacía más que pensarla, no hacía más que recordar su sonrisa y en todo lo que ya no iba a poder ser. Así lo viví y acá te lo cuento.
La previa se había organizado con mucha anterioridad, los “Piñateros” sureños esperaron este día por tantos años que no dejaron ni un detallecito librado al azar. Todo se dio sin mayores inconvenientes. Eran las 21 horas y la cola para entrar parecía infinita. Entré a las corridas y a los 5 minutos, Darío “Panter” Giuliano (voz y guitarra) y compañía salieron a escena. El sueño era intangible, pero tan real que simplemente sentías que el pecho iba a explotar de emoción.
“Polvos y arañazos” fue el responsable de abrir la noche. Mis emociones estaban en un vaivén descontrolado. Levantaba un poco la vista y veía un Auditorio Sur explotadísimo, lleno de chicos con sonrisas desencajadas, ojos brillosos y gritos apabulladores. Y ahí te pensé, te imaginé; ni siquiera sé si era tu estilo de música, pero eso no importaba. Yo te tenía presente, me estabas doliendo en ese mismo instante. ‘Concluye el sueño, y tambalea el puente’ y estallé en lágrimas. Porque no vamos a permitir que ningún sueño más concluya y si el puente tambalea es porque nosotras lo hacemos tambalear. Porque no nos van a callar. No nos van a frenar.
Con “Fe de ratas” entendí que ante tanta desazón por no saber en qué estamos fallando, sin lugar a dudas ‘el frío está más frío este invierno’. Y pareciera ser que nos hemos convertido en una presa fácil, que somos seres indefensos con los cuales pueden hacer lo que les venga en ganas y no. De “Blanco fácil” no tenemos ni un pelo. Si ‘yo ya flaqueé, ya dormí poco y viví sin ganas’ fue porque me sentía sola en la lucha. Hoy más que nunca estoy convencida de que la revolución es toda nuestra, estamos haciendo historia.
Historia también era la que estaba haciendo la banda oriunda de Berazategui en Auditorio. El sonido, la puesta en escena, las luces; todo, absolutamente todo era perfecto, tanto arriba como bajo el escenario. La reciprocidad en estos casos es magia pura. Panter nos dio la derecha y reconoció el terrible agite. Después de dos años volvieron al sur y se les agradeció de la mejor forma posible: metiendo terrible fiesta.
Por momentos pensaba si alguno de todos los presentes se sentía como yo. Pensaba si entre estas cientos de personas había alguien que se sentía roto por dentro, y “Quizás así” podríamos encontrarnos y fundirnos en un abrazo, de esos que te devuelven las ganas de seguir. De esos que te desarman para volverte a armar con más fuerza. Mientras analizaba estos pensamientos que me atravesaban al medio suena “Introspectivo”, casualidades lindas si las hay. Seguidamente llegá “Canción de cuna” y todavía puedo escuchar retumbar en mis oídos ‘bendita sea la forma en la que te haces valer’...
Deambulé por el recinto las casi dos horas y media que duró el show, pero hubo momentos en los que sabía que sola no iba a poder. Y esos momentos se dieron en cadena, y claramente los encargados de noquearme (sin asco) fueron: “Borracho”, “Los asuntos del miedo”, “Anguilita” y “Josefina”. Un cuatro al hilo que hasta al más insensible de todos lo deja con el corazón partida en dos. Entre frases como ‘y yo buscándote todavía por acá’, ‘y ruego por Dios que despiertes hoy’, ‘la que duele en los huesos’ me quedé sin aliento. Abrazada fuerte a mis amigas y hermana, hacía un paneo general y no era la única que entre sollozos se entregaba al amor hecho abrazos.
Tal vez no a todos nos movían las mismas causas esa noche; pero saber que ese lugar, ese cariño y sobre todo esta banda nos contenía a todos, provocaba hermosos “Escalofríos”.
Promediando la noche fue el turno de “Veredas” y todos la corearon de principio a fin. Sin dudas sigue siendo una de los favoritas.
Luego de un breve receso aparece Panter solo en el escenario y ya sabíamos lo que se venía. “Norte” fue cantada por él y por todos con una pasión incomparable. Este tema que refleja el laburo y el esfuerzo que la banda pone en ésto; un tema que enseña que uno tiene que luchar si quiere algo, que no existe otra opción.
La lucha siempre va a ser el camino para llegar a cualquier sueño. ‘Decidió que iba a ser un pájaro libre y que nada más lo iba a atar’ grité a los cuatro vientos. En lo que duró esa frase, mi tristeza se transformó en una orgullosa sensación de empoderamiento que se me hace difícil explicar.
La setlist continuó con “Lunar”, “De bar en peor”, “A dónde se nos fue el sol” y “La puerta detrás del ropero”. La noche se iba terminando y junto con ella la fecha que tantas alegrías nos prometió y que por suerte cumplió.
“Sonrisa” tuvo su momento de gloria y, una vez más, todo Auditorio Sur se fundió en un canto fuerte y claro. Eran cientos de pibes y pibas, pero una sola voz.
La noche llegaba a su fin y a mí me seguía doliendo ella, Anahí Benítez. 16 años. Una piba como cualquiera de las que estaban esa noche en Auditorio. Una piba con una sonrisa tan dulce, tan linda, ‘y era linda, por Dios que era linda’. Qué rabia sentir que no la cuidamos lo suficiente. Que impotencia saber que esta vez le tocó a ella, y que mañana podría tocarle a algunas de las chicas que estábamos hoy acá.
Mi vaivén emocional nunca cesó. Pasé de momentos de suma “Tristeza” a momentos de pura descarga y adrenalina en canciones como “Despertador”, “Residuos” y “Tu can”. Pero así y todo, en ningún momento dejé de pensarte. Ni a vos ni a todas las pibas que nos arrancaron. Duele demasiado que los nombres se me confundan, ¿por qué permitimos que hayan sido tantas? ¿por qué?
Once y media de la noche y los temas elegidos para cerrar esta noche especial fueron “La historia de la mosca y la araña” y “Ella es”. Sabíamos que era el final y lo disfrutamos como pudimos. Infinitas fueron (y son) las gracias pero no podíamos evitar pensar que tanto tiempo esperando y soñando, se habían esfumado en poco más de dos horas. Pero dicen que -y cada vez me convenzo más de esto- la felicidad es efímera…
Los últimos versos que me llevo de este recital, de estas dos canciones finales, son ‘sonrisa de madera tallada para quien la quisiera ver’ y ‘ella es la que convierte en latido toda esta sensación’. Tu sonrisa tallada es la que muchas vamos a llevar como estandarte, porque es por vos y por tantas otras que la lucha no va a ceder. Porque esta noche (para mí) fuiste vos, y nadie más que vos la que convirtió en latido toda esta sensación.
Doce menos cuarto, el show había finalizado y no había nada pero nada que reprochar. Todo había salido perfecto. De La Gran Piñata nos deslumbró como siempre. Donde sea que vayan ellos van a ser locales, donde sea que vayan van a ser un fenómeno complicado de describir, simplemente lo tenes que vivir. Es impresionante lo que generan en el público y es increíble como ellos le responden también. Es un ida y vuelta basado en el respeto y la fidelidad. Es un ida y vuelta al que no hay que aflojar.
Es loquísimo como cada uno se puede llegar a identificar con una banda, con un tema, con un momento. Es sorprendente como miles de historias conviven en un recital y nunca nadie se entera. Hoy me tocó a mí vivir un recital con una amargura que emanaba por cada poro, en cada lágrima y grito. Hay momentos que no se pueden aguantar y el saber a una chica desaparecida y asesinada es uno de ellos. Esta noche esta banda me salvó. Esta noche, De La Gran Piñata me destruyó, me levantó y me fortaleció en apenas unas horas. Gracias, banda hermosa.
Porque el nuevo tema de la banda (que nos regaló la noche del sábado) asevera 'caminar y poner en cada huella el peso' y eso estamos haciendo; porque sé que donde hay dolor hay vida (por eso seguimos acá) y porque sueño con caminar por la calle con libertad y no con valentía; porque sé que Anahí ayer era una más y hoy es una menos; y porque estoy harta y quiero vivir sin miedo a morir: si nadie me calla, sabes, me van a escuchar gritando
¡VIVAS NOS QUEREMOS!
Fotos por Sole De Paoli.