Olor a lluvia de carnaval en el Roxy
Siendo las 21.32 de la nublada noche del 20 de mayo, justiciera de la estación en la que estamos, ya no había nada más que esperar: Brancaleone salía al escenario con “La fe de Lui de Lafe” para volar juntos hasta el último tema del setlist.
Martín “El Pela” Dufou entona “Viejo de Mierda” y, en cambio, “Vaquerito y los Mau Mau” comienza con las voces de Marcelo "Chelo" Henín (guitarra) y Alejo "Dogo" Urbani (bajo). Despertando después, los acordes de “Che, Música” y “Otra Pobre Sirena de Laguna”.
El cantante tenía planificado hacer un parate para darle un mensaje a sus compañeros que, según cuenta, lo enseñaron a mejorar y les da las gracias a tono con el fuerte aplauso del público. Por mi parte, creo que lo que no deja de mejorar es este show, haciéndonos bailar ahora con “Al Trotecito”, que nos saca una carcajada al asombrarnos con un mix en la letra: “…cuando me mame esta noche en el Roxy…” y brindaron todas las almas.
Luego le dedica a la gente de 9 de Julio, ciudad de donde es oriundo, “Bobo del Campo”, que fue el primer corte que se dio a conocer del quinto disco de la banda. Le siguen “Rock para mi país” y “Mayo 12 (La suerte no puede solita)”. Y ahora… pido silencio señores, va a empezar la función: no hay uno, no hay dos, hay tres bajos en el escenario y Alejo se encarga de presentar a Gonzalo Sosa de Salta La Banca y Santiago Bogisich de Las Pastillas del Abuelo, invitados en “Sonrisa de Oscuridad”.
Con el retiro momentáneo de sus pares, José "El Negro" Giorgi (batería) se levanta mientras se oscurece la sala y, bajo ese y cualquier cielo, con convicción nos hace recordar que “La Pena No Vale La Vida”.
Al regreso, se anuncia que viene un tema “tranqui” para que bailemos en pareja. Fue entre comillas porque contrariamente a algo que señalaríamos como calmo, empieza a sonar “Cimarrón”, el último tema que sacó el conjunto hace tan solo una semana. Es seguida por “Cazón”, donde no se me puede pasar lo potente e imponente que suena la bata del Negro.
Acto seguido, los anfitriones llaman a Toti de Simón Basta! para acompañar con la voz en “Elander el mortal” y, al terminar, el Pela se lo lleva del escenario y deja a la banda para que cierre el tema. Retorna invocando: “Cuando algo pinta un norte, uno se encuentra en el pesto. Y el tipo que no tenía nada de nada tiene esto: el fuego es fuego. Mienten los que descuartizan al tiempo, el presente es lo único real. Todo lo demás aún no llega o ya se va. Si existe, tu detonador está afuera… Tan muerto como los muertos, está también el que espera y espera...” Pero en ese momento los presentes, aunque esperando, estábamos vivos. Vivísimos y con los sentimientos a flor de piel que luchaban por salir de nuestros cuerpos con los primeros acordes de “El Descarrilador (que gane el mejor)” y a la carga con el acordeón de Edgardo "Edu" Bonanni en “Gallita”; que siguió haciéndonos bailar en “Canto” dejando atrás los dolores y el desencanto que nos azotaban, aunque sea por un rato.
El bajo incita a que, en “Torito”, se empiece a bailar en ronda alrededor de Alejo y Chelo, que se unieron al pueblo enfiestado en la pista. Minutos después, sorpresiva y previamente a “Milonga”, se llama a Hernán Sarubbi de Manijas para ocupar la batería y a Achu Losada de Alasdies, quien constantemente responde con la armónica a las palabras que conjuga la voz de Brancaleone.
El frontman se toma un momento antes de “El Biorsi de tu patria” para agradecer a las bandas invitadas: los cordobeses Trebolares, con quien tuvieron oportunidad de compartir escenario en esas tierras; y a Percance, grupo costarricense que se encontraba de gira en nuestro país y, por los cuales, se hizo todo lo posible para que compartieran esta fecha, logrando que el lugar abra más temprano sus puertas.
Junto a la niebla, las luces azules apenas dejan ver a un cantante agachado en la primera estrofa, que se va levantando a medida que pasan los versos de “El Doguito”. Llegando a la recta final, sangra el cuero, grita el alma y se empuja al viento “Corazón”. El Pela se cuelga de nuevo y por última vez en la noche, el bombo legüero y con tintes folkloricos se desata “No Voy a Parar de Buscar”.
Con una sonrisa, El Pela agradece a todos los que fueron parte de esta Luna Guerrillera y saluda especialmente a dos niños que se encontraban allí, haciendo notar una verdad universal, apta y aplicable a todo público, al expresar: “La música no hace daño, sino todo lo contrario. ¿Qué más podemos llevarnos de esto?”
Fiel a su estilo, pide un peine y con las risas cómplices del público, “Vittoria” es la encargada de cerrar la noche, escoltada del sonido que generaba el cantante con un papel celofán mientras los concurrentes dejaban todo en un pogo compañero.
Bueno… quizás el broche lo puso el grito desaforado y apasionado de un loco que vociferaba “¡BRANCA, BRANCA, BRANCA!” y que era contestado ferozmente, una vez más y hasta la eternidad, “LEÓN, LEÓN, LEÓN”.
Fotos por Sole De Paoli.